Sin embargo, la coincidencia de esta locura del integrismo religioso judío con los planes del imperialismo para controlar la región del mundo con mayores reservas de petróleo, ha permitido la monstruosidad de la existencia del Estado de Israel y la permanente agresión contra los pueblos de Palestina, Líbano, Siria, Jordania y Egipto, con el apoyo económico, militar y diplomático de los Estados Unidos y la complicidad interesada de las potencias europeas.
El Estado racista y colonialista de Israel sería totalmente inviable sin las subvenciones económicas masivas, directas e indirectas, que ha estado recibiendo durante los sesenta años de su existencia. Y hace mucho tiempo que esta aventura imperialista habría desaparecido si no fuera por el apoyo militar de los ejércitos y las industrias de la guerra tanto de los Estados Unidos como de la “democrática” Europa.
Por eso la disminución de esas subvenciones, como consecuencia de la depresión económica que sufren sus principales valedores, agudiza aún más la ruina y la decadencia de la entidad sionista.
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