Ecologistas en Acción denuncia que esto es una muestra más del lamentable estado en que se encuentra la central y el secretismo que ha rodeado el incidente.
Tras tres semanas de recarga de combustible, se procedió a conectar a la red la central nuclear de Garoña (Burgos), cuyo permiso de explotación expira el día 5 de julio de este año. En ese momento, cuando la central empezó a producir tensión, explotó uno de los tres transformadores exteriores.
Tras la explosión se produjo un incendio que se pudo llegar a extinguir. La explosión se quiso mantener en secreto, pero era demasiado escandalosa para tal. Incluso intervino la policía ante el temor de que se tratara de un atentado terrorista. De hecho, aún no se producido ninguna acción informativa por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN).
La explosión del transformador no tuvo consecuencias sobre los elementos nucleares de la central pero supuso un indudable peligro, puesto que podría haber dañado los sistemas eléctricos y provocar un incendio que se propagara hasta las zonas nucleares. A este respecto queremos recordar que el accidente de la central nuclear de Vandellós I (Tarragona) que se produjo en 1989 y que provocó el cierre de la planta, que empezó con un incendio en la sala de turbinas, lejos de los sistemas nucleares
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