"Nosotros, como colectivo, debemos ser imparciales. No somos parte de la discusión y tenemos que ser objetivos. Pero, en ningún caso podemos ser neutrales. Se tienen que poner recursos para que esas cosas no sigan ocurriendo", aseguraba, en una conferencia ante los alumnos de Derecho de la citada universidad.
No hablan mucho. Miran. Piensan. Recuerdan. Y agradecen. Agradecen a Olga, que también es nieta de un fusilado, su implicación. Agradecen a los antropólogos, que les escuchan, su dedicación. Agradecen a los otros familiares, que van llegando desde diversos municipios, su compañía. Y agradecen, también, el silencio
Una historia de tantas
Disparos junto a una tapia
La historia que se esconde tras la exhumación no es muy diferente a la del resto de actuaciones. Hace 73 años, entre el 27 de julio de 1936 y los primeros días de enero de 1937, decenas de personas -la asociación que preside Olga Alcega ha documentado 85 casos- tildadas como rojos o de izquierdas fueron sacadas de sus casas y llevadas en furgoneta hasta el cementerio de Magallón, donde, en la parte trasera de una de las tapias, fueron fusiladas y, más tarde, enterradas.
Eran vecinos de esa localidad y de otras muchas cercanas, tanto de Aragón como de Navarra -un total de 26 víctimas son de esta comunidad-, que fueron sepultados en el interior del camposanto aprovechando las zanjas que ya se encontraban abiertas para acoger los cuerpos de los fallecidos por muerte natural (a medida que se iban rellenando se iban abriendo nuevas fosas).
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