Pero, ¿qué es lo que está ocurriendo con las perreras en Galicia?, cómo es posible que el Siglo XXI descubramos que siguen existiendo Centros municipales oficialmente dedicados a la acogida, al cuidado y a la adopción de animales abandonados sumidos no ya en la precariedad, sino carentes de cualquier tipo de recurso que obligatoriamente ha de ir unido a este tipo de servicio y en los que el departamento dedicado a la muerte de los perros y de los gatos parece ser el único que funciona con siniestra efectividad.
Al menos desde el punto de vista económico que no bajo el deontológico, porque por ahorrar gastos en cualquier tipo de atención, manutención, personal o medios materiales, se aplica la ejecución modo abundante y barato, tendente no a evitar el sufrimiento de los animales, sino a impedir que pidan de comer o a tener que procurarles cuidados veterinarios y para ello nada mejor que matarlos, de hambre, dejando de atenderles en caso de enfermedad o de heridas, facilitando las peleas y si al final nada de eso resulta efectivo, con un sacrificio económico, que la muerte de saldo no elude padecimientos pero si ahorra euros.
No, la Galicia de las perreras no tiene nada que ver con esa moderna que pregonan los políticos ni tampoco con la de los folletos de turismo, porque sigue existiendo una tierra profunda, ignorante y salvaje en la que estamos más cerca de aquella en la que se sentía el repentino olor de velas por las corredoiras que de la que se presenta al mundo como Galicia Calidade, una Galicia en ciertos aspectos todavía inmersa en el medioevo brutal y siniestro en la que el respeto a la vida, sobre todo a la de las "bestias", es un valor inexistente al menos en una parte de sus habitantes
Hace pocos días se divulgó un asunto que viene de antiguo, el de la Perrera de O Carballiño, en Ourense, con la muerte repentina de un tercio de los perros allí encerrados y que según los responsables ocurrió de modo natural; también se descubrieron en ese lugar fosas repletas de cuerpos de los animales y saltaron a los medios de comunicación las continuas denuncias de lo que allí estaba ocurriendo por parte de grupos ecologistas, tanto por la desaparición de los perros como por la absoluta falta de recursos materiales y humanos en un Centro que recibió una subvención de la Xunta de unos 250.000 euros para ser empleada en mejoras.
Y ahora nos enteramos de que existe otra en A Coruña, en la Localidad de Culleredo, gestionada desde hace quince años por una Empresa de desratización y que viene prestando servicios a la Comarca sin tener ningún tipo de permiso para ejercer dicha labor.
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