Mucho más desconocida que en América del Norte o en el Caribe, la esclavitud persiste en África. Mauritania fue el último país del mundo en abolirla, en 1981, pero fue una abolición teórica porque unos 200.000 esclavos siguen siendo propiedad de sus dueños, carecen de estado civil, no tienen acceso al dinero y no pueden heredar.Hay también un millón y medio de libertos, antiguos esclavos que no poseen todos los derechos, casi la mitad de una población total de 3.365.000 habitantes.
Yahiya Uld Brahim es --mejor dicho, era-- uno de los últimos esclavos mauritanos. Se escapó hace 10 años. "Vivía con mis padres, esclavos por ascendencia. Vino el dueño a buscarme, fui separado de ellos y de mis hermanos, y me puso a trabajar como granjero esclavo. Hacía también todos los trabajos de la casa, pintar, cocinar... Nunca cobré nada. El salario no existe en nuestra realidad. No tenía derecho a nada", explica Brahim, que era víctima, además, de castigos corporales. "Una vez se me perdió un cordero, el dueño se dio cuenta y me pegó". Esa fue la gota que colmó el vaso de la paciencia y Brahim huyó. "No recuerdo cuántos años pasé así. Solo recuerdo que huí en 1999", dice con despreocupación, la mirada perdida








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