Ni ellos se fían, aunque prediquen lo contrario. Mal deben verlo para poner su capital (el que consiguen explotando a los trabajadores y especulando con las necesidades sociales) a mejor recaudo.Seguro que recuerdan que, en pleno pánico financiero del otoño pasado, muchos inversores decidieron vender sus activos -se hundían todos a plomo y a la vez- y sacar su dinero del banco o la caja, no fueran a quebrar como Lehman Brothers. El oro físico y las cajas de seguridad para guardar el efectivo eran los
productos de inversión más demandados. Sin llegar a tanto, las grandes fortunas realizaron traspasos de las entidades que consideraban más amenazadas a las que percibían como más seguras, y a este efecto se añadió el temor -alentado por la fuerte subida del diferencial con Alemania y por los medios de ese país- a que España fuera expulsada del euro. Eso generó un movimiento de valores y efectivo desde entidades españolas a extranjeras.
¿Y qué ha pasado ahora para que se haya desatado de nuevo este temor? En primer lugar, "el varapalo de la intervención de Caja Castilla-La Mancha, que ha tirado por tierra la idea de que el sistema financiero español era el más sólido del mundo. Y no sólo eso, sino que ha demostrado que hay entidades que mienten en sus cuentas, por lo que ahora mucha gente no se fía de lo que publica su entidad", señala un analista del sector.
En segundo lugar, "la necesidad de un fondo de rescate de las cajas, que ellas mismas piden con urgencia y que el Gobierno reconoce estar ultimando, lo cual evidencia que hay entidades con problemas de solvencia. Y como nadie dice cuáles son, crece la desconfianza de los clientes", añade otro experto.
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